lunes, 9 de mayo de 2016

En el tranvía ovárico

La delicia mayor, pero rara, era caminar por las calles a solas… caminar por las calles de noche, cuando estaban desiertas, y reflexionar sobre el silencio que me rodeaba. Millones de personas tumbadas boca arriba, muertas para el mundo, con las bocas abiertas y emitiendo sólo ronquidos. Caminar por entre la arquitectura más demencial que jamás se haya inventado, preguntándome por qué y con qué fin, si todos los días tenía que salir de aquellos cuchitriles miserables o palacios magníficos un ejército de hombres deseosos de desembuchar el relato de su miseria. […] Yo conocía a gente bastante para poblar una ciudad de buen tamaño. ¡Qué ciudad, si se los pudiera reunir a todos juntos! ¿Desearían rascacielos? ¿Museos? ¿Bibliotecas? ¿Construirían también alcantarillas, puentes, vías férreas y fábricas? ¿Harían las mismas cornisas de hojalata, todas iguales, una, otra y otra ad infinitum desde Battery Park hasta Golden Bay? Lo dudo. Sólo el aguijón del hambre podría hacerlos moverse. El estómago vacío, la mirada feroz en los ojos, el miedo, el miedo a algo peor, los mantenía en movimiento. Uno tras otro, todos iguales, todos incitados hasta la desesperación, aguijoneados por el hambre para construir los rascacielos más altos, los acorazados más temibles, fabricar el mejor acero, el encaje más fino, la cristalería más delicada. Caminar con O’Rourke y no oír hablar sino de robos, incendios provocados, violaciones, homicidios, era como oír un pequeño motivo de una gran sinfonía.

- Henry Miller

domingo, 12 de mayo de 2013

Fui tan lento en mi desarrollo

En cuanto me pongo a recordar que pasé mucho tiempo sin saber qué era una novela, me viene a la memoria Einstein que un día, muy humildemente, se preguntó cómo podía ser que hubiera sido él quien descubriera la teoría de la relatividad. Buscándole una explicación, apuntó ésta: "Un adulto normal nunca se para a pensar en el espacio y el tiempo. Sea lo que sea lo que piense sobre estas cosas, ya lo habrá hecho de niño. En cambio, yo fui tan lento en mi desarrollo que no empecé a pensar en el espacio y el tiempo hasta hacerme mayor. Naturalmente, entonces profundicé en el problema más de lo que habría hecho un niño normal".

martes, 30 de abril de 2013

Milky Boy

"No entiendo cómo siendo mis padres tan feos, salí yo tan guapo".

jueves, 18 de abril de 2013

On my knees and wishing / On my knees and breaking hands




The Gun Club - Mother Juno (1987)


Muchos piensan que Amy Winehouse fue el último gran mártir de este inmolador oficio; otros dirán que Kurt Cobain; pero todos pasan por alto al ángel sacrificado que fue Jeffrey Lee Pierce (1958 -1996) - cantautor y líder de esta banda californiana durante casi veinte años -, quien además del alcoholismo recalcitrante de la primera y el tormento emocional del segundo, poseía un talento y una sensibilidad musical que dejó plasmada en siete álbumes de estudio desparramados a lo largo de los 80's y principios de los 90's, con letras punzocortantes que allanarían el camino para futuras bandas alternativas que en última instancia les cerrarían el ataúd a los numerosos grupos de la peor calaña de new age y glam metal que predominaron en la época.

Mother Juno fue su cuarta producción y quizás su álbum mejor logrado. Resaltan la hipnotizadora “Yellow Eyes”, fluyendo como un sedante que de la mano de la guitarra te diluye en una vorágine insana;  “The Breaking Hands” es la rosa ensangrentada por el ruiseñor de Wilde - no por nada fue el tema que Nick Cave y Debbie Harry decidieron coverear para rendirle tributo a la banda (no alcanzaron la violenta belleza de la original y no hay nada más qué decir al respecto) -; y el aullido desgarrador de “Port of Souls”, con el que el disco cierra majestuoso.

Presidente de un club de fans de Blondie y colaborador en diversos fanzines, Jeffrey Lee Pierce padecería en sus últimos años de vida de múltiples enfermedades virales como la hepatitis y el VIH, aunque sería un derrame cerebral lo que acabaría con su lamento tortuoso, dejando una vasta influencia musical y una obra artística cuyo rastro resplandeció como una estrella en medio de un mar sin ningún navegante.

- Publicado originalmente en Pez Banana (fanzine digital aquí

sábado, 13 de abril de 2013

Acercamiento marciano

Ilustración de Sanya Glisic

Hice una historia sobre carreras de autos para Esquire, y pensé: "Bueno, es probablemente casual, son carreras". Así que usé un traje de tweed verde, una camisa abotonada azul y una corbata negra tejida, eso era muy casual. Traía unos zapatos cafés de gamuza y un sombrero Borsalino café. Después de tres días de carreras, Junior Johnson, el piloto, me dijo: "¿Sabes?, no quería decir nada, pero todos me preguntan: '¿Quién es ese hombrecito de verde que te sigue a todas partes?'". Una vez que me di cuenta de que no estaba ni cerca de encajar, comencé a hacer algunas de las preguntas que me moría por contestar, como: "¿Qué es una Overhead Cam?". La gente hablaba mucho sobre Overhead Cams, y si estás tratando de adaptarte, es difícil hacer preguntas básicas. Así que ni siquiera intenté calzar con [Ken] Kesey and The Pranksters. Desde entonces, adopté lo que yo llamo un "acercamiento de marciano": acabo de llegar de Marte, no tengo idea de lo que estás haciendo, pero me interesa mucho.

- Tom Wolfe


domingo, 24 de marzo de 2013

Deleitables terrores

.- Ray Bradbury - Crónicas Marcianas -.

¿Qué ha hecho este hombre de Illinois, me pregunto, al cerrar las páginas de su libro, para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y soledad?

¿Cómo pueden tocarme estas fantasías, y de una manera tan íntima?

Hacia 1909 leí, con fascinada angustia, en el crepúsculo de una casa grande que ya no existe, Los primeros hombres en la Luna, de Wells. Por virtud de estas Crónicas, de concepción y ejecución muy diversa, me ha sido dado revivir, en los últimos días del otoño de 1954, aquellos deleitables terrores.


viernes, 1 de marzo de 2013

We,re chained


Conocerme es conocer mis nueve bandas favoritas:


Turn on the bright lights y Antics son auténticas joyas de principio de siglo. Siguieron dos álbumes que no alcanzaron la redondez de sus producciones anteriores pero que contienen trazos lucidos que me vuelan la cabeza cada que los reproduzco una y otra y otra vez.

Interpol es elegancia y soberbia, como una femme fatale leyendo a García Lorca.

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Green Day (la banda punk más exitosa de los 90’s a la fecha) ha hecho carrera imitándoles. M.I.A. (el mejor artista femenino de la década pasada) los sampleó en su mayor éxito. Los Ramones nunca pasaron de tres minutos; Sex Pistols fue solo una caricatura; Joe Strummer y compañía rockeaban de verdad. 

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 7. Led Zeppelin 

Seguramente hay vida inteligente en otro planeta, seguramente en ese lugar hay música, y quizás (sólo quizás) haya un grupo como los Beatles, pero definitivamente no hay ninguna ‘Stairway to Heaven’.

 A mí no me engañan, Jimmy Page y Robert Plant no escribieron ‘Achilles Last Stand’. Lo hizo el diablo.

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Nada que decir.

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Ya sea en conjunto o como solista, el talento de Albarn es indiscutible. Con Blur dominó los 90’s. En los dos miles hizo lo propio con Gorillaz. Imagino que un día estaba Albarn muy a gusto en su casa cuando de pronto pensó: “Soy todo un maldito genio, ¿qué haré para mi próximo disco? ¡Ah, ya sé! Voy a contactar a Paul Simonon y Mick Jones y componer una canción con ellos y pedirles que me acompañen como músicos de apoyo en una gira”. Con todo derecho.



















4. Nirvana 

Probablemente la banda que más veces he escuchado en mi vida. Es por algo.

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Dulces sueños, Cobain.


“Los Beatles y los Stones son para perder la cabeza; los Doors son para después, cuando ya la ha perdido uno”.- Gene Youngblood

Dejemos  a un lado la omnipresencia mística y sexy de Jim Morrison; Krieger, Manzarek y Densmore son en conjunto de la más alta y fina calidad musical que hubo en los sesentas.

P.D. ¿Sólo yo pienso que los Arctic Monkeys – consciente o inconscientemente – le deben bastante a los Doors?

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Los Beatles tenían a un lado a los Stones, a los Beach Boys, y a otros tantos; Led Zeppelin a AC/DC, Black Sabbath y todo el metal de los setentas; MC5 a the Stooges, the Clash a Sex Pistols; luego emergieron Sonic Youth, Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden… ¿de los Strokes para acá? ¡Por favor! Hay artistas  con un talento y una personalidad tan única, que forman sus carreras sin que haya otros siguiéndoles la par. Se me vienen a la mente Freddie Mercury*, David Bowie y los Chili Peppers. La mayor señal de respeto que pueden tenerles es que nadie, ¡nadie! puede atreverse siquiera a tratar de emularlos. No podrían.  

*La broma de Paul Rodgers junto con el oportunismo de Brian May y Roger Taylor no puede ser tomada en serio.

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1. Pixies  

Lo primero que escuché de ellos fue ‘Where is my mind?’, y pensé: “Claro, son sólo otra One Hit Band”. Luego escuché el Doolittle: “¡Dios santo! ¿Qué música es esta?” (jamás había escuchado algo semejante). Vino su best of y la explosión cerebral que causaron  ‘The Holiday Song’, ‘U-MASS’, ‘Alec Eiffel’, ‘Gigantic’… Le siguió un lógico repaso por su discografía: “¿Es en serio? ¿Tienen mejores discos que Doolittle?” Después los vi en vivo ("A veces me pregunto si realmente estuve ahí o si todo fue solo un sueño"). Espero pronto tatuarme unos versos de mi canción favorita suya: “Hey!/ been trying to meet you/ Must be a devil between us/ Or whores in my head/ Whores at my door/ Whores in my bed/ But hey/ Where have you been?/ If you go I will surely die/ We’re chained”. Poesía pura.

Moriré muy contento por haberme tocado una vida al lado de su música. 

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jueves, 3 de enero de 2013

Sobre la política y el teatro





Como la mayoría de la gente, cuando vi por primera vez a Marlon Brando en el escenario, no mucho después de que finalizara la segunda guerra mundial, nunca había oído hablar de él. La obra era Truckline Café, una pieza fallida de Maxwell Anderson que duraría muy poco en cartel y que no deparaba precisamente un debut prometedor para un actor ambicioso. El decorado es un mísero café al lado de una carretera rural. En la versión que vi (algo diferente de la publicada), el local está vacío y muy mal iluminado, y la acción sucede pasada la media noche. Hay un mostrador y unas pocas sillas con la tapicería desgastada. Entonces se oye el sonido de un automóvil que se detiene en el exterior. Poco después entra un joven con una chaqueta de cuero raída y una gorra, seguido por una muchacha de aspecto cansado. El joven avanza hasta el centro del escenario y mira a su alrededor en busca de alguna señal de vida. Durante largo tiempo no dice absolutamente nada y se limita a permanecer allí, en pie y con esa postura desgarbada que uno adquiere tras pasarse horas al volante. El momento se alarga mientras trata de decidirse a hacer algo, y es evidente que se le va agotando la paciencia. No ha sucedido nada, el joven ni siquiera se ha movido, pero el público, entre el que me encuentro, ya se siente fascinado con sólo verlo. Otro actor habría suscitado impaciencia, pero estamos en poder de Brando, leemos su mente, ésta nos habla aunque no distingamos con claridad lo que está diciendo. Como un animal que se ha deslizado fuera de su jaula, el tipo está preñado de posibilidades. ¿Es peligroso? ¿Amigable? ¿Estúpido? ¿Inteligente? Sin pronunciar una sola palabra, el actor que es Brando ha provocado en el público toda una gama de posibilidades emocionales, entre las que, curiosamente, figura cierto temor. Al final pregunta: “¿Hay alguien ahí?”. ¡Qué alivio! No ha destrozado a tiros el local. No ha arrojado las sillas a uno y otro lado. Lo único que quería, al parecer, era un bocadillo.

            Me sería imposible explicar cómo Brando, sin decir una sola palabra, hizo lo que hizo, pero lo cierto es que encontró, sin duda por instinto, la manera de superar una paradoja: nos había amenazado implícitamente, y acto seguido nos había perdonado. Allí estaba Napoleón, allí estaba César, allí estaba Roosevelt. Brando no había pedido al público que se limitara a amarlo, pues eso no es más que ejercer fascinación, sino que le había insuflado el deseo de que él se dignara amarlo, y eso sólo lo consigue una estrella. Tanto en el escenario, como fuera de él, hay un poder que, en su esencia, no difiere del poder capaz de dirigir a las naciones.

martes, 1 de marzo de 2011

Oral

Y ahora quieres que te lleve en mi corazón por haberme tenido en tu garganta.

domingo, 20 de febrero de 2011

Happiness isn't a warm gun

- ¿Eres feliz?

- Por supuesto que lo soy. Digo, tengo mis momentos oscuros, claro, como cualquier otra persona, pero no soy ningún Pagliacci. ¿Sí me entiendes?... Además, ser completamente feliz en un mundo tan atroz como el nuestro puede convertirlo a uno en un perfecto idiota. La felicidad puede ser un sentimiento muy deprimente.